
Literatura
Nuestros cuentos
En esta sección encontrarás narrativa escrita por los alumnos de la E.E.S N°30.

El chico de la parada
Iara Orosz.
Un día como los de siempre, yendo a mi trabajo, me cruzo con las mismas personas, ya que tomo el mismo colectivo todos los días. Cuando llego al trabajo, saludo a todas mis compañeras y empiezo a atender a todas mis clientas. Trabajo haciendo uñas, así que cada día tengo una cliente distinta. Hoy atendí a una señora que me contó su vida, me dijo que era maravillosa, que tenía 2 hijos y 3 nietos, también que tenía 50 años y que le gustaba hacerse las uñas más largas.
Ya de noche, me fui a la parada de siempre, ya que mi vida es pura rutina. Lo único que me tomó por sorpresa fue que no estaba en la parada, el chico de siempre, un chico alto, morocho y de ojos verdes. Con él, siempre hablamos de cosas raras, nunca de nuestras vidas, lo único que sabía de él era que trabajaba de contador en una empresa. Al llegar a la mi casa puse el noticiero en la teve y justo apareció en la pantalla, la parada, la misma a la que voy siempre. La voz en off decía que asaltaron a un chico y aunque él le dio todo a los asaltantes, decidieron matarlo igual. Luego de ver esa noticia no pude dormir, pensando en el pobre chico, pensar que no lo voy a ver más. ¿Qué hubiera pasado si yo estaba ahí?. Amanecí pensando. Tenía que ir a trabajar. Sin ganas, decidí ir así de paso,me despejaba.
Hice todo lo mismo que ayer, pero hoy no vino la señora, si no vino una vidente y se ofreció a leerme las manos. Acepté, aunque le dije que no creía. Me agarró las manos y me dijo que esta noche iba a ver a alguien que conocía, y yo dije que sí, porque hoy vendría una amiga a verme. Luego que terminé con sus uñas, largas y negras, me fui para mi casa ya que no tenía más clientas. A una cuadra antes de llegar a la parada, divisé a una persona parada, entonces me fui acercando despacio, ya que no lo conocía, cuando me acerque bien y lo miré descubrí algo perturbador. Era el chico- al que habían matado antes de ayer- y me saludó como si nada. Quedé inmóvil, sin saber que hacer, y a lo lejos noté que venía el colectivo, y al darme vuelta, en un instante él ya no estaba.
El petiso orejudo
Renata Nugnez
Al nacer estuvo al borde de la muerte. Cuando tenía alrededor de 4 años empezó matando niños algo más pequeños que él, de 2 o 3 años.
Una vez ahogó a una nena y la dejó en el río. Luego de varios años construyeron un edificio en donde estaba el cuerpo y nunca lo encontraron. A algunos los ahorcaba y les clavaba un tornillo en la cabeza. Los animales tampoco estaban a salvo: mató también gatos.
Con los años se convirtió en el asesino serial más conocido del país, lo arrestaron y lo llevaron a la cárcel de Ushuaia .
Lo mataron en 1944, porque mató al gato de uno de los presos, y lo golpearon tan fuerte que cayó al piso, tan pero tan fuerte que esa caída lo mató.

Muerte presidencial
Dulce Eisele
Un día frío de invierno, un señor llamado Emilio, muy nervioso y muy fácil de enojar, caminaba por las calles de una ciudad que decidió visitar, notó una casa dorada y grande. Sin saber por qué, por solo un instante, sintió mucho enojo por el señor que habitaba esa vivienda. Sintió una ira tan grande que quiso que aquel desaparezca de la faz de la tierra. Entonces, planeó que por la noche lo visitaría sin que él supiera.
Pasaron las horas y se apagó el día. Optó entrar por la ventana que por las mañanas siempre iluminaba la habitación del anciano. Apenas ingresó, se topó con la cama del hombre, pero se estremeció al no encontrarlo recostado sobre ella. Por eso, decidió irse y volver en la noche siguiente; pero sucedió exactamente lo mismo. Al otro día igual.
Luego de dos semanas de fallar, Emilio, fue a la casa y abrió la ventana muy lentamente; primero metió una de sus piernas, lo hizo tan lentamente como pudo. Al terminar siguió por la otra. Después metió sus brazos, y por último la cabeza. Cuando ya estaba dentro, lo primero que vio fue la cama del señor, pero lo diferente fue que esta vez pudo encontrarlo descansando sobre su lecho. Sin siquiera dudarlo se acercó y le clavó un filoso cuchillo muy dentro de su pecho, del que comenzó a expulsar, rápidamente, una gran cantidad de líquido rojo que fue tiñendo las sábanas blancas. Unos segundos más tarde, Emilio sacó la frazada de la cama y vio que no fue el señor a quien había acuchillado, sino que fue a una chica hermosa con cabello largo y negro, y unos labios rojos. Al instante, escuchó unos aplausos que se acercaban a él. El señor que iba a asesinar se estaba acercando mientras gritaba las palabras: “muy bien Emilio, muy bien“.
Emilio no entendía qué estaba pasando. Hasta que el hombre le comentó que estaba enfrente del mismísimo presidente del país, y que estuvo investigando quién por las noches había estado entrando a su hogar. Entonces le comenzó a contar que ideó un plan para poder asesinar a una enemiga que él tenía; la había invitado a que se quedara a dormir en la casa. De repente, sin dejarle decir más palabras, Emilio sacó su cuchillo, se abalanzó sobre el presidente, acabando con su vida.
Unos minutos más tarde decidió meter los cuerpos en el interior del colchón, cuando hubo terminado, acomodó la cama,retiró la frazada manchada y la escondió dentro de un mueble de la habitación.
Al otro día, agentes del F.B.I, visitaron las casas de alrededor e interrogaron a todas las personas registradas que pasaron por la casa del presidente. Llegaron hasta el hogar de Emilio. Él se encontraba muy confiado, ya que uno de los agentes (llamado Junior) era un gran amigo suyo de la infancia. Este lo visitaba todas las semanas. Pero un día, ellos, junto con otro policía, fueron a aquella casa dorada, por orden de sus superiores. Cada paso, para Emilio, era encontrarse con su fin, con la privación de su libertad, con su secreto al descubierto. Llegaron al lugar, ingresaron, y por desgracia, Junior decidió dirigirse a la habitación donde todo ocurrió, donde los cuerpos se hallaban escondidos. El oficial, cansado, se sentó en la cama de la habitación. Emilio se encontraba tan nervioso que por poco confesó su crimen, pero el policía en ningún momento se percató de nada extraño, nunca sintió que el colchón sufriera de alguna modificación. Nuestro protagonista casi se desmaya por el alivio instantáneo que sintió, por eso mismo, y para que nadie nunca sospeche de sus crímenes, optó por volver en la noche siguiente para deshacerse por completo de los cadáveres.
Pasaron las horas y nuevamente el sol se escondió. Visitó la habitación y abrió el colchón, pero sorprendentemente no encontró nada. Rápidamente fue hasta el mueble donde había escondido la frazada manchada de sangre, pero al abrir las puertas de par en par recibió un disparo de aquel hombre que había asesinado. Recibió un disparo del presidente.